El Real Instituto Elcano presenta su
primer informe africano, que propugna un viraje de la política y la sociedad
española hacia este continente
Ángeles
Jurado Las Palmas de Gran Canaria 16 MAR
2015 - 11:22 CET
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Dúas mozas no mirador de Sémaphore (Rabat) |
"Es muy difícil que
nuestros líderes entiendan que hay que preocuparse aquí y ahora de África: es
complicado abrir una nueva frontera, tirar la mirada de la sociedad hacia el
Sur", casi se lamenta Félix Arteaga removiéndose dentro de su traje
oscuro, sin corbata y con las gafas reflejando la cálida luz del auditorio de Casa África,
en Las Palmas de Gran Canaria. Arteaga comparece ante un auditorio abarrotado
como responsable de coordinar España mirando al Sur: del Mediterráneo al Sahel,
un estudio "coral" sobre las relaciones de nuestro país con el
continente africano. Publicado en diciembre del año pasado por el Real
Instituto Elcano, se ha convertido en el primer informe de la
institución, en casi 14 años de historia, que se centra en nuestra frontera
sur. Arteaga es investigador principal del Real Instituto Elcano en seguridad y
defensa, aspectos ambos fundamentales en este informe que realiza un análisis
de riesgos y oportunidades de las relaciones de nuestro país con el continente
africano que toma a España, lo más inmediato a nuestro país y nuestros
intereses como medida.
- Haciendo negocios en África
- “Si las economías no se diversifican, África se
arriesga a entrar recesión”
- Transformar África y salvar la economía
- Las oportunidades están en África
#MirandoAlSur es el hashtag que difunde en redes sociales
los resultados de este texto, originalmente concebido como un encargo del
ministro de Defensa actual, Pedro Morenés, para explorar los retos a los que
España se enfrenta en su frontera meridional. El equipo que lo redacto acabó
plasmando en casi 200 páginas un universo de lagunas, riesgos, recomendaciones
y, sobre todo, posibles oportunidades para una España con visión de futuro y
buen liderazgo político, independiente de siglas o ideologías. Un informe
"transversal, prospectivo y prescriptivo" en palabras del director
del Real Instituto Elcano, Charles Powell, con el que se formulan líneas de
trabajo a largo plazo desde la prudencia de un think tank y un país
prácticamente recién llegados a África. En sus páginas, la inmigración
irregular o el yihadismo aparecen tangencialmente, no como amenazas directas a
España y sus intereses. Hay cosas que deberían preocuparnos más. O así lo
entienden los autores de este informe.
Carencias
Arteaga indicaba, con un punto
pesimista en la voz contra el que se rebelaba cada pocas frases, que en España
sabemos muy poco del continente africano. Aunque reconoció un giro en nuestra
actitud hacia África, fue también lapidario: no hay casi expertos, no hay un conocimiento
sistematizado de la situación sobre el terreno, no hay casi instituciones que
se ocupen de África en España. Un botón de muestra de la situación es que el
propio Real Instituto Elcano busca un investigador solvente en temas africanos
que incorporar a su plantilla. "Tenemos que convencer a los departamentos
de nuestras universidades de que estudiar África es importante", enfatizó
este experto.
El investigador prosiguió,
implacable, con su listado de carencias: hay países africanos en los que España
no está presente y en los que banca, infraestructuras o turismo nos ofrecen
oportunidades. No tenemos una estrategia de actuación coordinada, a largo
plazo, para dirigirnos al continente. Ni fondos para sostenerla. Sin amargura
pero palmario, señaló que Francia presentó el año pasado su propia estrategia
para África poniendo sobre la mesa 8.000 millones de euros. En nuestro caso,
Arteaga bosquejó una relación casi inexistente con un territorio en el que se
sitúan Ceuta y Melilla y del que nos separan apenas 14 kilómetros desde la
península y unos 90 desde Canarias.
Tras el balde de agua fría,
adujo que todavía estamos a tiempo de tomar el tren africano, que nos queda
margen de maniobra, que las cosas están cambiando.
Junto a Félix Arteaga se sentó
su jefe, bañado por esa misma luz amable: Charles Powell, director del Real
Instituto Elcano desde el año 2012. Actuaba como maestro de ceremonias de la
presentación y moderador en el turno de preguntas. "España debe pivotar al
Sur, España debe tomar en serio al Sur", precisó serenamente durante su
intervención. "Y no sólo por los estados fallidos o débiles, el
terrorismo, el narcotráfico o la inmigración irregular. España debe mirar al
Sur para aprovechar el potencial político, económico y social del continente africano,
una de las regiones más dinámicas del planeta".
Powell
recordó que nuestro país participó por primera vez en una operación de paz en
suelo africano en el año 1989 y que, hoy en día, mantiene la mayor parte de sus efectivos, misiones y
contactos militares en ese mismo suelo. Otros datos que reflejan la
importancia de nuestra frontera Sur para nosotros es que, el año pasado, las
exportaciones españolas al continente vecino superaron a las que se realizaron
a Latinoamérica y que el 40 % del petróleo y el 60 % del gas que llegan a nuestro
territorio procede de países africanos. Por mencionar algunas cifras.
Charles Powell inauguró la
presentación de este informe dibujando una mirada estrábica de los españoles a
su entorno, que fluctúa entre el complejo de inferioridad frente a los modelos
del norte de Europa y el complejo de superioridad frente a los modelos
latinoamericanos. Aunque precisó que esta mirada estrábica es cosa del pasado y
que se han superado complejos y prejuicios, también aclaró que los ojos
españoles no se viran todavía hacia el Sur. El primer paso, según los
especialistas del Elcano, para fijar bien nuestra mirada en donde debemos
fijarla es conocer bien el terreno, informarse, investigar. La coordinación
entre ministerios, agencias, sectores público y privado y socios sobre el
terreno y un liderazgo inequívoco siguen al trabajo de
"inteligencia".
Seguridad y economía
El informe del Real Instituto
Elcano ha sido posible gracias a la colaboración de ministerios, agencias y
actores sobre el terreno. Especialmente gracias a la información procedente del
ámbito de la defensa y la seguridad y a las aportaciones del Instituto de Comercio
Exterior (ICEX) y sus agentes sobre el terreno, testigos de un giro
espectacular en las economías africanas y de una “mejora del comercio
exponencial”. Por eso mismo, economía, seguridad y defensa son los tres pilares en los que se
sustenta este informe y que coinciden, además, con los intereses españoles en
su frontera meridional.
Los investigadores que firman Mirando
al Sur señalan que las principales amenazas con las que nos encaramos son
el posible debilitamiento de países vecinos como Argelia o Marruecos, la
sostenibilidad económica, demográfica e identitaria de las ciudades autónomas
de Ceuta y Melilla y la posibilidad de perder el tren de las oportunidades
económicas africanas. De fondo, la proliferación de actores no estatales
violentos en un entorno de estados debilitados sin casi arquitectura
institucional para hacer frente a todo tipo de amenazas, la extraordinaria
presión demográfica y una mejora de la macroeconomía que corre pareja a un
incremento dramático de la pobreza, las migraciones y el malestar social.
"Si a África le va mal, esto va a hacer que a nosotros nos vaya mucho peor
que a ellos", aseguró Félix Arteaga.
El
investigador fue tajante a la hora de indicar que es necesario que España cree
su propia red de trabajo en el continente africano, se centre en sus propios
intereses, invierta recursos propios y dinero y construya una capacidad
suficiente para, sobre la base de una buena información y de una mejor
comprensión de los escenarios africanos actuales, poder sacar adelante una
operación Serval, en solitario o con aliados, sobre el terreno.
Arteaga no se refería a una
intervención militar al uso. Este especialista opina que la era de las
intervenciones occidentales convencionales en África ha muerto y ve improbable
el despliegue de más tropas europeas o norteamericanas sobre el terreno. Las
guerras modernas se basarían —según su visión— en la inteligencia compartida,
la cooperación en cuestiones de seguridad, el asesoramiento y la construcción y
el refuerzo de capacidades sobre el terreno. Al menos, en el caso de los
problemas estructurales que aquejan a los países africanos.
Arteaga se quejó, además, de
que nuestro pensamiento estratégico no está dirigido a nuestros intereses, sino
a la globalidad y de que trabajamos en ocasiones para otros socios y aliados,
olvidando nuestras propias necesidades. “Estamos solos [en África], sin Unión
Europea, sin la OTAN. Tenemos aliados naturales con intereses en la zona, pero
todo lo que hacemos en África es para apoyar a Francia y Francia trabaja en el
continente sin consultas previas, de manera unilateral, muy a la suya. Estados
Unidos y Gran Bretaña tienen una menor presencia, más puntual, sobre el
terreno”, enumeró.
Los vecinos más próximos
Otro investigador del Real
Instituto Elcano, Haizam Amirah Fernández, fijó la lupa sobre el
Magreb y la encrucijada en la que se sitúa hoy el norte de África, dividido
entre la libertad y el desarrollo o la frustración y el caos. Este experto
contrapuso un Egipto que se deteriora a pasos agigantados, presa del
autoritarismo y el descontento popular, a Túnez, aprendiendo de casos como el
de la vecina Libia y optando por la democracia, la paz y la negociación.
"Tras
décadas de autoritarismo y estabilidad aparente, vivimos un momento de
transformaciones políticas y sociales que se aceleran, de estados que
desaparecen, como Libia", apuntó Haizam Amirah. "También se dan
escenarios dispares por países, desde las decapitaciones y las situaciones de
guerra civil abierta a evoluciones lentas que parecen garantizar una cierta
estabilidad. Perviven, además, las causas del malestar que llevaron al Despertar
Árabe. Penurias socioeconómicas, falta de oportunidades, frustración de la
población y especialmente de los jóvenes. La población crece y hay que buscar
que hagan algo. Según varios estudios, habría que crear 80 millones de puestos
de trabajo en la región MENA (Middle East & North Africa) de aquí a 2020.
Existen también dificultades para traducir en políticas e instituciones
concretas esos cambios y un aumento de las tensiones políticas y sociales a
partir de la instrumentalización sectaria de determinados grupos y de
injerencias externas, círculos viciosos que se retroalimentan y que crean
víctimas, principalmente, entre la población civil de esos países. También hay
que subrayar el papel cambiante y altamente confuso de Estados Unidos en la
región, donde ha ejercido de gendarme que tradicionalmente ha puesto orden e
intervenido".
En un contexto explosivo y variable,
Haizam Amirah señaló que las prioridades de España en el vecindario son la
estabilidad política y social, aprovechar las oportunidades económicas que abre
el desarrollo de la región, garantizar los suministros energéticos y aprovechar
las ventajas comparativas que nos conceden el conocimiento y la proximidad
cuando tratamos con otros aliados.
Haizam Amirah concluyó su
intervención preguntando a la audiencia qué vecindario quiere y necesita España
dentro de quince o veinte años. De nuevo y como Félix Arteaga, hizo hincapié en
la necesidad de que a nuestros vecinos y aliados del Sur les vaya bien para que
a España le vaya mejor todavía. El mensaje final sigue siendo que aún estamos a
tiempo de tomar el tren africano…
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