
El museo
recoge 400 obras con lo más representativo del arte nacional entre 1914 y 2014,
entre las que abunda la pintura, pero dando cabida a esculturas, fotografías,
vídeos, montajes y hasta a instalaciones hechas a partir de basura.
Nunca antes
se había emprendido una retrospectiva tan ambiciosa ya no de un artista, sino
de todo un país a través de sus artistas: en total, 200 nombres del arte
marroquí, unos consagrados y otros desconocidos, han tenido acogida en este
museo, el primero y único creado en el Marruecos independiente con criterios
modernos.
La
exposición durará seis meses, que servirán de "rodaje" para un museo
que quiere codearse con las grandes salas de Europa y América, pero que todavía
carece de fondos propios o de un sistema de financiación que permita imaginar
cómo creará su propia colección, según reconoció Mehdi Qotbi, director de la
flamante Fundación Nacional de Museos, que gestionará el lugar.
Las obras
expuestas en esta imponente muestra han sido prestadas durante estos seis meses
por los más importantes coleccionistas de arte marroquí, como son la Fundación
ONA, la Fundación Atijjariwafabank o los hermanos Belfekih, que ayer fueron
condecorados por el monarca por su contribución al desarrollo del arte en el
país.
La muestra
relata la evolución marroquí del arte contemporáneo desde 1914, fecha en la que
se puede datar la aparición de obras "firmadas", expresión individual
de una persona, hasta la actualidad y recoge prácticamente todas las grandes
tendencias mundiales del arte contemporáneo.
Pintura
figurativa, expresionismo, onirismo, simbolismo, arte naif, naturalismo o
materialismo: el visitante puede observar que los artistas marroquíes han
bebido de todas las tendencias contemporáneas, además de cultivar las
genuinamente árabes, como puede ser la caligrafía en juego con el color y las
formas.
Junto a
salas más "clásicas" con obras de los artistas ordenadas por décadas
cronológicas, la originalidad de la muestra actual radica sobre todo en el
"parking" subterráneo, que ha sido "inutilizado" y
convertido en un inmenso almacén donde se muestra lo más atrevido y rompedor de
la escena contemporánea protagonizada por los autores más jóvenes.
El museo ha
querido ser un homenaje a los "grandes" del arte marroquí como
Chaibiya, Jilali Gharbaoui, Meriem Meziane, Ahmed Cherkaui, André Elbaz, Hasan
Glaui, Mohamed Kacimi o Farid Belkahia, que dan todos ellos nombre a salas del
lugar.
Uno de los
detalles que más críticas ha suscitado ha sido la concepción arquitectónica del
edificio: con una factura nada contemporánea y lleno de arcadas, columnas y una
decoración lobulada en los muros, recuerda más bien a los grandes monumentos
medievales marroquíes, con motivos que la artesanía marroquí repite hasta la
saciedad.
Preguntado
por lo "anacrónico" de un edificio tan clásico para acoger obras tan
contemporáneas, el arquitecto salió hoy a defenderse con un argumento
contundente: "Es un encargo dictado por el rey Mohamed VI y hecho a su
voluntad, (para que fuera) un edificio identitario".
El rey
Mohamed VI pasa por ser uno de los grandes animadores del mercado artístico en
Marruecos: un reciente artículo aparecido en una revista lo definía como el
mayor comprador de obras contemporáneas y, por ende, es el que marca las
tendencias del mercado, poniendo su índice real en los artistas que
"valen".
Una vez
inaugurada la muestra y el museo, quedan en el aire muchas preguntas: ¿cómo se
financiará el museo?, ¿cómo adquirirá sus obras?, ¿cómo garantizará su
continuidad?, ¿cómo se relacionará con otros museos a los que se quiere
parecer?, preguntas que no fueron respondidas en la presentación de hoy.
Y sobre
todo, y tal vez la principal: ¿cómo hará para atraer a los marroquíes a
disfrutar de sus propios artistas y a pagar por ello?.
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