Asociaciones civiles lideran en Marruecos la defensa de
los derechos de la mujer
La llegada al poder de los islamistas obstaculiza su
lucha
ZAHIDA MEMBRADO Rabat 7 OCT 2014
Cubierta de los pies a la cabeza, la única parte
visible del cuerpo de Saadia, además de las manos, es el óvalo de la cara que
deja al descubierto un hijab marrón. Durante 17 años de matrimonio, solo
recibió de su marido, impotente, maltrato físico y psicológico. "Era su
manera de aliviar su frustración", explica la mujer. Acudió varias veces a
la policía, pero siempre en vano. Una noche, él le mordió tan fuerte en la
pierna que tuvo que ser atendida de urgencia en el hospital. Tras ese enésimo
episodio de violencia, Saadia decidió acudir en busca de ayuda a la Asociación
Democrática de las Mujeres de Marruecos (ADFM), una organización
dedicada desde 1985 a luchar por los derechos de la mujer en Marruecos, la
igualdad de género ante la ley y contra los abusos de todo tipo hacia el sexo
femenino.
En Marruecos no existen centros públicos para
mujeres maltratadas. Las víctimas de la violencia de género se ven abocadas a
un doble calvario: el del hogar, provocado por el agresor, y el de la soledad,
más cruel si cabe, porque destruye cualquier esperanza de salir del infierno y
sumerge a la mujer en una profunda depresión. "Un día estaba mirando la
televisión y vi que entrevistaban a una mujer que hablaba de un lugar para
maltratadas. No lo pensé y fui".
El que alberga la ADFM, llamado Nejma, es uno de los
pocos centros de estas características que hay en el país, y funciona con
ayudas privadas. En él, las víctimas de violencia de género encuentran apoyo
moral y asesoramiento jurídico para llevar adelante una demanda de divorcio,
que suele convertirse en un peregrinaje burocrático eterno y lleno de
atropellos. "Otra forma de violencia", lamenta Saadia. Con la ayuda
de la ADFM, denunció a su marido y le llevó a los tribunales. Sin embargo,
"durante la vista el juez le comunicó que si negaba los hechos sobre el
Corán, dado que yo no había podido llevar testigos, quedaría libre de toda
acusación", cuenta esta víctima. Y libre quedó. "Él negó los hechos,
aseguró que siempre me había pasado la pensión y que jamás me había
pegado". Desde 2009, la asociación lucha para que se haga justicia y
Saadia vea compensado el daño físico y moral causado, que en su caso se ha
visto agravado al no haber podido ser madre debido a la incapacidad sexual de
su maltratador.
Fouzia Yassine es coordinadora del Nejma y una de
las máximas responsables de la ADFM. "Las asociaciones civiles somos las
únicas que hemos luchado para cambiar el Código del
Estatuto de la Familia, redactado por primera vez en 1957 e
inspirado en la Sharia", recalca. El Código del Estatuto de la Familia es
un conjunto de artículos que regula la vida privada de los marroquíes y
establece cómo deben desarrollarse las relaciones conyugales, el rol que debe
desempeñar la mujer en la familia y en la sociedad, sus derechos y deberes como
madre y esposa, las condiciones para la poligamia, los matrimonios con menores
o el repudio de la mujer.
"En su redactado inicial y hasta la primera
reforma, que llegó en los noventa, mantenía a la mujer bajo de la tutela de un
hombre, permitía la poligamia sin informar previamente a la esposa del deseo
del varón de contraer un nuevo matrimonio y consentía el acto de repudio sin
justificación", explica Fouzia, y añade: "En lo que no se ha avanzado
en absoluto es en la cuestión de la herencia, puesto que las mujeres marroquíes
seguimos heredado —tal como establece el Corán— la mitad que los hombres".
Asociaciones como ADFM llevan años liderando la
batalla de la sociedad civil para cambiar algunos artículos de este código, que
perpetúan la discriminación contra la mujer. La primera reforma importante se
alcanzó en 1993 y gracias a ella las mujeres pueden moverse libremente, sin el
permiso o la compañía de un hombre. También tienen derecho a solicitar el
divorcio sin tener que ofrecer explicaciones al juez.
Los avances en los derechos femeninos logrados en la
historia reciente de Marruecos, desde finales del siglo pasado hasta hoy,
convierten al país en una excepción en
la región. Ningún otro estado musulmán del norte de África cuenta
con un tejido
asociativo dedicado a la defensa de la mujer tan activo y eficaz.
Junto con la ADFM, la Unión de la
Acción Femenina (UAF) y la Liga Democrática
por los Derechos de las Mujeres (LDDF) actúan de manera coordinada
para presentar propuestas en el Parlamento y sus demandas son escuchadas por el
Rey, Mohamed VI. Sin embargo, pese a los avances, la igualdad de hecho entre el
hombre y la mujer que recoge la nueva Constitución
marroquí no es efectiva en la vida real. "Éste es nuestro gran
caballo de batalla: conseguir que los jueces apliquen la nueva
legislación", asevera.
Hanane, quien durante el relato de Saadia ha asentido
en numerosas ocasiones identificando su padecimiento como propio, denunció a su
marido tras expulsarla de casa con sus cuatro hijos, uno de ellos
discapacitado, y privarla de alimento. Tras un largo periplo, logró sentar a su
marido en el banquillo, pero, de nuevo, el juez ofreció al hombre jurar ante el
Corán la veracidad de su testimonio. "Él lo negó todo y se fue del juzgado
tal como había llegado”", cuenta esta mujer, sin empleo y a cargo de los
menores.
"Exigimos que deje de utilizarse esta práctica en
los tribunales, que apela a la conciencia y a la moral del sujeto, y nada tiene
que ver con la justicia", arguye la líder feminista. No fue hasta la
siguiente citación judicial, tras más palizas y más denuncias, cuando pudo
demostrar los abusos que había sufrido. En estos momentos, Hanane destina todos
sus esfuerzos a luchar por una pensión que le permita sobrevivir a ella y a sus
hijos.
"La legislación marroquí ha avanzado mucho
hacia la igualdad y la protección de la mujer, pero la equidad efectiva no
existe. Tanto el código penal como el código civil y el de trabajo son
discriminatorios", puntualiza. Y recuerda que, hace tan solo unos años, la
presión ejercida por la asociación, sindicatos y algunas oenegés logró que se
tipificara como delito grave el acoso sexual en el entorno laboral, tras las
denuncias presentadas por las trabajadoras del sector textil, sometidas a
constantes abusos.
"La Constitución habla de igualdad entre
hombres y mujeres, contempla mecanismos a favor de la paridad y la lucha contra
la discriminación, pero el Gobierno (islamista) de Abdelilah Benkirane no hace
nada para armonizar las leyes y la legislación con la Constitución. La
Constitución en este aspecto es papel mojado. Cuando el Gobierno aprueba
reformas, son muy pequeñas e incompletas", lamenta.
A principios del año 2011, Marruecos vivió
su Primavera Árabe. El Movimiento 20 de
febrero protagonizó durante meses numerosas protestas en las que se
puso de manifiesto el rechazo de una parte muy importante de la población al
déficit democrático del sistema político marroquí. Esas manifestaciones, sin
embargo, calentaron los ánimos y movilizaron a los sectores sociales contrarios
y opuestos a sus demandas. Ello propició que a finales de 2011, el Partido de
la Justicia y el Desarrollo (PJD), de corte islamista,
alcanzara el poder por primera vez en la historia del país. Un
cambio de Gobierno que ha tenido consecuencias evidentes en el trato y
consideración de la mujer marroquí.
Actualmente, asociaciones feministas de todo el país
trabajan conjuntamente para impulsar una reforma "completa y radical"
del código penal en los aspectos referidos a la mujer, a la familia y a su rol
en la sociedad. Actualmente, una mujer que tiene sexo fuera del matrimonio
puede ir a la cárcel por adúltera, y su marido puede repudiarla. Una mujer
soltera tampoco puede tener relaciones antes del matrimonio, ni puede alojarse
en un hotel sola. La ley prohíbe cualquier relación sexual fuera del matrimonio
y considera la homosexualidad un delito.
Según Fouzia, "esta situación ha empeorado con
la llegada del PJD al poder. Ahora, hay más vigilancia, más control hacia las
mujeres. Poco a poco, las cosas están cambiando. En Marrakesh, por ejemplo, se
ha creado una brigada anti vicio destinada a vigilar a las mujeres y a las
niñas en los espacios públicos: su vestimenta, sus movimientos, si van
acompañadas... El Gobierno actual está bloqueando todas las reformas y esto es
muy peligroso. No es exagerado afirmar que en cinco años Marruecos puede ser
Irán. Se están produciendo cambios sutiles en la sociedad que llevan a una
mayor discriminación".
Sentada en una céntrica cafetería de Rabat, la
conocida militante feminista Fatima El Maghnaoui,
fundadora de la Unión por la Acción Femenina (UAF) en 1983, disecciona la
situación de la mujer marroquí actual. "En una sociedad patriarcal y
machista como la marroquí, las mujeres sufrimos una doble discriminación en el
ámbito familiar, que posteriormente continúa en el ámbito público con
vejaciones en el terreno político, jurídico, económico y social".
Fundadora del primer diario femenino del país, 8 Mars, considera que el mayor
problema al que se enfrenta Marruecos en la actualidad es la elevada tasa de
analfabetismo. "La ley dice que la educación es obligatoria para todos los
niños y niñas, pero la pobreza que golpea gran parte del territorio impide su escolarización.
Los niños trabajan para ayudar a sus familias. ¿Cómo una sociedad puede
preocuparse por la discriminación que sufren las mujeres, si está ocupada en
poder comer todos los días?", se pregunta.
Las estadísticas arrojan que más del 40% de las mujeres
marroquíes mayores de 15 años no sabe leer ni
escribir. En las zonas rurales, la tasa supera el 50%. Igual que
Fouzia, denuncia el empeoramiento de la situación de la mujer tras la llegada
de los islamistas al poder. Un ejemplo de este deterioro, señala, es el
incremento de los matrimonios con menores. En 2013, 35.152 menores contrajeron
matrimonio en Marruecos, según datos aportados por la ADFM.
"El analfabetismo es también
una forma de violencia. Pese a los esfuerzos que el Estado reconoce hacer, se
avanza muy lentamente. Las leyes pueden cambiar, pero el cambio más difícil
debe producirse en la mentalidad de las personas, y sin educación, el progreso
es imposible", sentencia.
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