Esta es la historia de un profesor que un mal día del año pasado fue
detenido en su casa por un delito que ni siquiera existe en el Código Penal de
Guinea Ecuatorial. Desde entonces está preso. Aprovechando que la selección
española juega en Malabo el 16 de noviembre, Amnistía Internacional lanza una campaña para
pedir su libertad.
Ángel Gonzalo - periodista de Amnistía Internacional en España 13/11/2013
– eldiario.es
Se llama Agustín Esono Nsogo y es de Guinea Ecuatorial. Seguramente, este sábado
no estará en el estadio ni verá el partido de fútbol que enfrenta a su selección
con la española, a pesar de que los medios de
comunicación y el gobierno del presidente Obiang -en el poder desde
que protagonizó un golpe de estado en 1979- consideran la visita de la Roja, la
actual campeona del mundo y de Europa, un acontecimiento
histórico.
Agustín Esono Nsogo es profesor, propietario y director
de un colegio privado en Bata, la principal ciudad de la zona continental de
Guinea Ecuatorial. Además, es sobrino de un cofundador del partido político de
oposición Unión Popular (UP) que murió bajo custodia policial en 1993 a
consecuencia de las torturas sufridas. Agustín está preso desde hace más de un
año. Agentes de policía sin orden de detención entraron en su casa el 17 de
octubre de 2012 a las 11 de la noche y lo detuvieron. Amnistía Internacional
lo considera preso de conciencia porque su detención y el hecho de
que continúe recluido sin cargos ni juicio no tienen justificación y obedecen a
motivaciones políticas. La organización pide su libertad
inmediata e incondicional.
Según parece, la razón de su detención fue que el día anterior había
realizado un cambio de divisas con un ciudadano francés residente en Bata que
temía por su vida y deseaba salir cuanto antes de Guinea Ecuatorial.
Inmediatamente después de su detención, Agustín Esono Nsogo fue embarcado en un
avión con destino a la capital, Malabo, y posteriormente encarcelado en la
prisión de Black Beach, en donde pasó al menos una semana en régimen de incomunicación.
Durante ese tiempo fue torturado en tres ocasiones, al parecer para obligarle a
confesar un complot destinado a desestabilizar al país, supuestamente dirigido
por un exlíder de UP exiliado en España. Le golpearon con porras en ambas muñecas,
en las plantas de los pies y en la cabeza, y a consecuencia de ello perdió la
audición en el oído izquierdo.
La legalidad de su detención se confirmó en noviembre, cuando ya llevaba un
mes recluido, y no en el plazo de 72 horas establecido en la legislación nacional.
Aunque no se han presentado cargos contra él ni ha sido juzgado, continúa
encarcelado y ha sido acusado de intentar desestabilizar el país, un delito que
no existe en el Código Penal de Guinea Ecuatorial.
La Audiencia Provincial de Malabo ha desestimado los recursos presentados
por el abogado defensor, debido en gran parte a los desacuerdos entre las
Audiencias Provinciales de Malabo y Bata acerca de cuál de las dos es
competente para examinar el caso.
Oscuro historial de derechos humanos en Guinea Ecuatorial
Pese a las reiteradas promesas de mejorar la situación de los derechos
humanos en Guinea Ecuatorial, éstas no se cumplen. La libertad de expresión,
reunión y asociación, así como la libertad de prensa, siguen siendo severamente
restringidas. Se detiene a personas arbitrariamente y se las encarcela por
ejercer o tratar de ejercer estos derechos. Aunque la ley no requiere un
permiso oficial para celebrar manifestaciones, éstas no están permitidas y
quienes las organizan y quieren manifestarse a menudo son arrestados. Los
medios de comunicación siguen bajo el control del gobierno lo que limita
opiniones críticas al presidente Obiang. Periodistas extranjeros también han
sido objeto de hostigamiento, arresto, detención y malos tratos antes de recibir
la orden de expulsión del país.
El régimen de incomunicación o la detención secreta y preventiva sin
cargos son comunes, al igual que la práctica de detener a familiares de
activistas políticos como rehenes. Quienes defienden los derechos humanos también
están en el punto de mira. Esta grave situación se agrava cuando van a
celebrarse elecciones o antes de otros eventos importantes. No es raro que se
justifiquen las detenciones alegando que estas personas quieren desestabilizar
al país. La duración de la detención varía desde días hasta meses.
La tortura y otros malos tratos siguen siendo constantes y los
homicidios y también se han producido ejecuciones llevadas a cabo por agentes
estatales. La policía y los soldados siguen gozando de impunidad casi
total. El sistema judicial es débil y está politizado. Desde 2009, varias
personas, incluidos extranjeros, han muerto en los bloqueos de carreteras después
de negarse a pagar sobornos. No se han realizado investigaciones sobre la mayoría
de estos casos. Sólo en raras ocasiones algunas violaciónes de derechos humanos
son investigadas y los responsables llevados ante la justicia.
Por otra parte, la pena de muerte está vigente. Las últimas cuatro
ejecuciones se produjeron en 2010 y en 2012 una persona fue condenada a la pena
capital.
En este contexto es en el que se enmarca el partido
de la
selección española de fútbol el próximo 16 de noviembre
y el caso de
Agustín Esono Nsogo.
Amnistía
Internacional pide su libertad inmediata e incondicional
Ningún comentario:
Publicar un comentario