Lucha
transnacional contra la ablación: "Mi niña no va a ser mutilada"
La mutilación genital está arraigada en 28 países africanos, a pesar de
estar penalizado en 20 de ellos
Debido a la emigración, en España viven 57.251 mujeres procedentes de
países donde la ablación es una tradición
Diversos proyectos de ONG trabajan tanto en los países africanos, como en
España para erradicar esta vulneración de los derechos humanos de las niñas
La educación es clave para reducir la incidencia de la mutilación en las
nuevas generaciones
Gabriela Sánchez 06/02/2014 – eldiario.es
Manifestación contra a ablación en Quenia |
Como si nadie la viese, dirige su mirada mojada hacia arriba, luego hacia
abajo. Suelta el aire. Con dificultad, logra mantener las lágrimas en sus ojos
mientras escucha a la joven que cuenta su historia entre sollozos: huyó, sufrió
la marginación familiar, se negó a la mutilación genital con nueve años.
Jennifer la mira y se maldice por no haber sido capaz en su momento.
"Nadie me explicó". Pero sí sintió el rechazo social que despierta
sus recuerdos. Ella también dijo "no": "Mis hijas no pueden
pasar por ahí. Mis niñas no va a ser mutiladas".
Esta vulneración de los derechos de las niñas consiste en la extirpación
parcial o total de los genitales femeninos externos por motivos no médicos, según
la Organización Mundial de la Salud. La práctica está arraigada en 28 países
africanos (a pesar de estar penalizado en 20 de ellos) y algunos de Oriente
Medio y Asia. E n muchas comunidades se considera que reduce la libido
femenina, "ayudando" así a la mujer a resistirse a los actos sexuales
"ilícitos", un claro reflejo de la discriminación contra el sexo
femenino. La presión social y el miedo a la marginación perpetúan una tradición
cada vez más
condenada.
A Jennifer le practicaron la ablación en su país, Kenia. Su mutilación se
complicó aún más de lo habitual. Casi se desangra. Recuerda el dolor con horror
pero no duda en destacar otra de las muchas razones de su arrepentimiento:
"Cuando te lo hacen, te pueden obligar a casarte con un desconocido".
Aquel desconocido se enfrentó a ella cuando, años después, en 2006, decidió que
ninguna de sus tres hijas sería mutilada. Comenzó a acudir a los talleres de
sensibilización de la ONG World Vision en
Marigat (oeste de Kenia), donde empezó a ser consciente de que no había ningún
argumento válido que lo justificase.
"Sabía que me iba a enfrentar a toda mi comunidad, que mi familia me
rechazaría, que nadie lo comprendería... Pero recordaba mi dolor y no lo podía
soportar. Decidí hacerlo público", confiesa la keniana en 'pokot', la
lengua de su región. Su marido la despreció y sintió el rechazo de su
familia y del resto de madres de la comunidad. Hoy utiliza su historia como
ejemplo para que otras muchas mujeres defiendan la dignidad de sus hijas.
Dos años antes, a 6.157 kilómetros del país donde Jenifer confesó en público
su rechazo hacia la ablación, Oumul empezó a darse cuenta de los efectos
negativos que esta práctica había tenido en su vida. Acababa de emigrar a
Pamplona y asistió a una serie de talleres enmarcados en un proyecto de Médicos del
Mundo donde profesionales de determinados ámbitos sensibilizaban
a inmigrantes procedentes de aquellos países donde se suele practicar la
mutilación. "Poco a poco, me di cuenta de que no te lo tenían por qué
quitar. Me sentí un poco rara. Sentí rabia. ¿Por qué allí no me había llegado
esta información? ¿por qué me tocó a mí? ¿mi madre era mala mor
permitirlo?", repite alguna de las cuestiones que perturbaban su cabeza.
Se autoresponde acelerada: "No, lo hizo porque ella pensaría que era lo
correcto". De lo que estaba verdaderamente convencida es de que su hija no
pasaría por ello.
En España viven 57.251 mujeres procedentes de países en los que se
lleva a cabo esta práctica, según informe elaborado por la Universidad Autónoma
de Barcelona y la Fundación Wassu. El documento estima que las niñas en riesgo
de sufrir mutilación genital en este país ha aumentado un 60% en los últimos
cuatro años. Determinadas organizaciones, como Médicos del Mundo o Unaf,
organizan talleres de sensibilización para evitar que familias procedentes de
estos lugares sometan a sus hijas a la mutilación durante viajes realizados a
sus países de origen. Unos hechos que podían ser penados en España a su
regreso, pero que previsiblemente dejarán de serlo
después de la próxima aprobación de la reforma de la justicia universal por la
que el Gobierno actual limitará al mínimo la posibilidad de juzgar crímenes
cometidos en el extranjero.
Oumul viajó a Guinea Conakry hace unos años. "Al llegar allí, hablé
con mi familia, les expliqué mi decisión. Al principio temía que se la llevasen
y se lo hiciesen sin mi permiso. No quería que nadie la cogiese sin yo
saberlo", admite la guineana. Reconoce que, aunque en un primer momento
sus seres queridos se sintieron extrañados, lograron comprenderlo. "Yo se
lo explicaba con las palabras justas. Mi madre ahora lo entiende. Y, no solo
eso, mi hermana, que vive allí, ha decidido que no va a someter a sus hijas a
la mutilación. Gracias a las conversaciones que mantuve con ella, está
sensibilizada", dice orgullosa de sí misma. "Si la información llega
correctamente, la gente no lo hace", considera.
"Es como una cadena", detalla Fatima Dajra, la mediadora que impartió
el taller de Oumul en Pamplona. "La sensibilización que hacemos con
inmigrantes desde aquí, puede tener sus efectos allí". Después de dedicar
varios años de su vida a esta tarea, descifra algunos de sus primeros pasos.
Para empezar, es primordial derribar el tabú de la mutilación genital.
"Tenemos que hablar con los líderes de las asociaciones de diferentes países
y presentar el proyecto. Al principio no podíamos hablar de "ablación",
solo de salud sexual y reproductiva", explica. "Siempre empezamos
trabajando con los hombres, así conseguimos una especie de 'permiso' y su
posterior apoyo a la hora de sensibilizar a sus mujeres".
La hija de Fátima, que no para de entrenerla mientras charla con Desalambre
al otro lado del teléfono, tampoco vivirá lo que tuvo que pasar su madre. La
mediadora, como Oumul, se pregunta por qué tuvo que pasar por eso. "Ahora
es el momento de pensar en las nuevas generaciones. Podemos acabar con la
mutilación genital". Para ello es fundamental la educación, según
documenta Unicef en su último informe al
respecto.
Janet, la joven de 23 años a la que escuchaba Jennifer
con admiración, siempre recordará las palabras que le otorgaron la fuerza
necesaria para huir de la ablación con tan solo nueve años. "Una profesora
nos dijó que no lo hiciéramos". Su mayor miedo era dejar estudiar; su
principal objetivo, sacarse un doctorado en Pedagogía. "Para que mi
mensaje llegue al mayor número de personas. Para que nadie sufra la
discriminación que yo viví por negarme a ser mutilada".
Mi lucha
contra la ablación
Aunque nunca podré recobrar esa parte de mi cuerpo, desde 2006 puedo
asegurarme de que muchas niñas, niños, padres, profesores y líderes religiosos
conozcan las consecuencias que mutilación genital femenina tiene en la salud física
y psicológica de las niñas
Tabitha Parteneu - Víctima de mutilación genital 05/02/2014 – eldiario.es
Me llamo Tabitha Parteneu, tengo 34 años y soy de una de las tres etnias
que viven en Marigat (oeste de Kenia). Yo fui la cuarta de ocho hermanos y fue
cuando estaba en cuarto de primaria cuando me practicaron la mutilación genital
femenina. Entonces yo tenía 9 años y mi hermana mayor 15. Ambas pasamos juntas
esa práctica que yo recuerdo como brutal.
Ese día, después del cole, mi padre trajo a casa 2 pares de zapatillas y
una cuchilla de las que usan los barberos. Esa noche vinieron cinco mujeres que
durmieron conmigo. A las 3 de la mañana nos levantaron y comenzaron el ritual
de la ablación. Primero se llevaron a mi hermana fuera de casa mientras yo
esperaba mi turno deseando escapar, aun sabiendo que eso no era posible.
Recuerdo que dos mujeres me agarraron por la espalda y las piernas y me pidieron
no llorar porque esto supondría una gran vergüenza para mi padre.
Después de mi ablación genital estuve un mes en casa mientras sufríamos el
dolor de que nos lavaran las heridas sin ningún tipo de consideración. Cuando
cumplí 15 años deseé que nunca me hubieran mutilado y deseé tener de nuevo esa
parte de mi cuerpo porque yo sabía que si estaba ahí no podía ser mala.
Nunca podré recobrar esa parte de mi cuerpo, pero desde 2006 puedo
asegurarme de que muchas niñas, niños, padres, profesores y líderes religiosos
conozcan las consecuencias que la ablación o mutilación genital femenina tiene
en la salud física y psicológica de las niñas y así intentar que cada día sean
menos las niñas que repitan mi historia.
Todos los días trabajo con pasión informando y sensibilizando, no sólo
sobre la realidad de la mutilación genital femenina, sino también sobre los
derechos de las mujeres y las niñas, para que su opinión se tome en cuenta.
Cada vez que recibo a una niña que ha escapado por miedo a la ablación o a un matrimonio
forzado estoy siempre a su lado defendiéndola, a pesar de que muchas veces las
comunidades ven este acto como una maldición.
Desde que estoy al frente de este proyecto especial de World Vision he
visto los resultados del esfuerzo del trabajo de todo el equipo: 3.046 niñas
que no serán nunca mutiladas, 36 comadronas (mujeres que viven de la práctica
de la mutilación genital femenina) que han dejado este oficio y más de 30
madres que, además de decir no a la ablación de sus hijas, se han unido a nosotros
para que la información llegue a más mujeres.
Sólo puedo agradecer a las personas de España que apoyan con donativos este
proyecto porque sólo con su ayuda podemos seguir luchando contra esta tradición
dañina para millones de niñas.
Con motivo del Día Mundial de la Tolerancia Cero a la
Mutilación Genital Femenina, Tabitha Parteneu, se encuentra en España para
apoyar la campaña www.stopablacion.org
que World Vision realiza para llamar la atención sobre esta realidad. Puedes
apoyar la lucha contra la ablación mandando ABLACION al 28013
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