Un artrópodo primitivo que pasó de
feroz depredador a gigante y pacífico filtrador es descubierto en el yacimiento
de Fezouata gracias al buscador de fósiles marroquí Mohamed Ben Moula
MALEN RUIZ DE ELVIRA.
público.es
Un bicho de unos dos metros de
largo, predecesor lejano de los tiburones y ballenas actuales por su forma de
alimentarse, ha emergido en forma de fósiles de las arenas del Sáhara. Es un anomalocárido
filtrador, que se alimentaría de plancton y que supone una extraña y
evolucionada forma de estos artrópodos que habían reinado como los grandes
depredadores de los océanos del Cámbrico.
Detrás de este descubrimiento
hay toda una historia humana, la de Mohamed Ben Moula, un experto
marroquí sin educación formal que suministra a los paleontólogos los fósiles
más interesantes del extraordinario yacimiento de Fezouata, cerca de Zagora, de
480 millones de años de antiguedad. Por eso el belga Peter Van Roy, que
trabaja habitualmente con él y ha realizado el estudio de los fósiles que publica
la revista Nature, ha propuesto llamar al nuevo animal Aegirocassis benmoulae
en su honor, como explica a Público.
En Marruecos los fósiles son
la base de toda una industria, se procesan para venderlos individualmente o
como mesas o lavabos pero también se tratan los ejemplares valiosos con gran
cuidado y terminan siendo estudiados por los expertos, contribuyendo a los
conocimientos sobre la evolución de la vida en la Tierra.
Anomalocaris quiere decir “gamba
extraña” (o anómala) y procede de la confusión que hubo durante casi un
siglo entre los paleontólogos, que identificaron inicialmente sus apéndices
junto a la boca, en forma de gamba, con animales enteros. Hasta los años
ochenta del siglo XX no se reveló su estructura correcta y todavía está dando
sorpresas. Es uno de los protagonistas del famoso libro La vida maravillosa,
de Stephen Jay Gould, sobre la fauna marina del yacimiento de Burgess
Shale (Canadá), donde se hallaron los primeros ejemplares, de 505 millones de
años.
Una vez que los expertos
completaron el rompecabezas, poco a poco han ido mostrando lo que resulta ser
una familia entera extinta de artrópodos, el grupo animal más abundante y
diverso del planeta que comprende cangrejos, escorpiones, arañas, langostas,
mariposas, hormigas y escarabajos, entre otros. Para Van Roy y otros
especialistas, como el español Juan Carlos Gutiérrez Marco, Fezouata es
un yacimiento de ensueño, el nuevo Burgess Shale, kilómetros y kilómetros de
antiguos sedimentos oceánicos antes situados en el polo Sur en la que quedó
atrapada la fauna de cuerpo blando.
De apariencia extraña para
nosotros, el animal ahora descrito en la revista Nature tenía una cabeza
en la que el par de apéndices para agarrar, en forma de gamba a los lados de
una boca circular, de otros animales de la familia se han modificado hasta
adoptar una forma similar a las barbas de ballena. Esto corresponde a una época
de gran diversificación del plancton y representa el ejemplo más antiguo de
animal gigante filtrador, que se adaptó a la fuente de comida emergente, una
tendencia que luego se repitió en los tiburones y las ballenas. “Es un fósil
muy bien conservado en tres dimensiones de lo que se podría considerar el
tiburón-ballena del Ordovícico, comparado con los restantes invertebrados del
periodo”, comenta Gutiérrez Marco.
El cuerpo, con exoesqueleto,
alargado y segmentado, disponía de aletas para nadar, pero la importancia del
nuevo descubrimiento es que muestra que existían dos pares de aletas en cada
segmento: la inferior representa una pata modificada para andar y la superior
funciona también como agallas. “Esto confirma que representan una etapa muy
primitiva de la evolución de los artrópodos”, explica Van Roy, “nos permite
documentar como surgieron las patas de los artrópodos modernos y situar
finalmente a los anomalocáridos en el árbol evolutivo de estos animales”.
Hasta ahora únicamente se
había descubierto un animal de este tipo, en Groenlandia, pero alcanzaba solo
los 50 centímetros de longitud. Además, explica Van Roy, el marroquí tenía un
aparato para alimentarse mediante filtración mucho más complejo y desarrollado.
La causa del gigantismo
de este y otros animales filtradores muestra por un lado que el ecosistema del
plancton es lo suficientemente rico, antes y ahora, como para sustentarlos y
que es una forma de defenderse de los predadores activos. “Al hacerte gigante
te haces demasiado grande para que cualquier otro animal de ataque y sales del
menú”, explica Van Roy.