El sistema M-Pesa ha revolucionado el comercio en el país
africano
LOLA HIERRO Nairobi 14 MAR 2015 - El País
Es
el momento de hacer negocios en la lustrosa barra de bar de un hotel de
mochileros en Kilifi, localidad costera de Kenia famosa por sus playas y su
ambiente distendido. Suena música electrónica sudafricana de fondo y los
clientes se reparten entre la piscina y los mullidos sofás de estampados
étnicos. Pero en la barra se tratan asuntos serios: la señora Emma Anne ha
llegado para cobrar la compra que el establecimiento realizó en su puesto de
verduras unos días antes. Sobre la bruñida madera, sin embargo, no se ve moneda
o billete alguno: en el juego solamente entran un par de teléfonos móviles.
A
Emma Anne le pagarán por medio de M-Pesa (M de móvil y pesa, dinero
en suajili), un sistema que permite a los usuarios transferir fondos utilizando
sus terminales y que mueve al día 20 millones de euros en transacciones según
Safaricom, que con un 80% de cuota de mercado es la mayor operadora móvil del
país.
El
gigante Vodafone desarrolló la
plataforma M-Pesa para Safaricom en 2007 con un propósito muy
concreto: crear un sistema para que las mujeres kenianas del ámbito rural,
habituales receptoras de microcréditos, pudieran cobrar y devolver los préstamos
de manera más rápida y segura.
El último informe anual de la compañía
señala que, a diciembre de 2014, ya hay 19 millones de kenianos —alrededor de
un 40% de la población— que utiliza M-Pesa para enviar y recibir dinero, pero
también para pagar facturas, multas, seguros médicos, colegios, para recibir
nóminas, pagar la gasolina, la compra y un sinfín de servicios más. Según la
asociación GSMA, en marzo de 2014 se llevaron a cabo en el país africano 73,9
millones de transacciones móviles (la mayoría a través de M-Pesa) por valor de
192.600 millones de chelines (1.605 millones de euros).
Recientemente se ha empezado a utilizar
esta cartera virtual para ahorrar y, aunque almacenar dinero no genera
intereses, un 75% de los usuarios afirma utilizarlo con este fin, según
Safaricom.
¿Cuál
ha sido la clave del éxito de este sistema? "Yo prefiero que me paguen a
través del móvil porque así evito que me roben en el mercado", explica la
señora Emma Anne. "Yo envío dinero a mi hermano universitario todos los
meses sin necesidad de ir al banco a esperar colas o de llevárselo en persona",
añade Stephen Mrabu, gerente del hostal de Kilifi. Razones que comparten la
mayoría de los usuarios; además las comisiones son menores que en las
transferencias tradicionales.
Desde
sofisticados establecimientos en Nairobi hasta humildes casetas de madera y
cemento pintadas de verde y blanco, las 81.000 oficinas que Safaricom ha
abierto están en los rincones más insospechados de Kenia. En la isla de Lamu,
de apenas 20.000 habitantes y situada en la provincia más pobre de todo el
país, es habitual leer el letrero de M-Pesa en muchos de sus callejones. La de
Mohamed, en el paseo marítimo, ofrece además impresión de documentos y recargas
de saldo. Mohamed explica cómo se abre una cuenta, algo que puede hacer
cualquiera, sea keniano o no. "Solo necesito un carnet de identidad o
pasaporte y un domicilio", asevera. El trámite no tiene coste alguno;
Mohamed toma los datos y crea la cartera virtual a nombre del interesado.
Después, este puede depositar en su cuenta la cantidad de dinero que desee y,
una vez que el agente M-Pesa lo haya convertido en dinero virtual, ya puede
transferir a otros clientes o pagar por bienes y servicios.
Otra
de las ventajas del M-Pesa es que permite realizar pagos muy pequeños, desde 10
céntimos de euro al día hasta 1.500. En un país donde muchos trabajadores que
viven en las ciudades mandan remesas a casa de sus familias en el campo, y
donde es muy posible que estos no cuenten con oficinas bancarias o no puedan
abrirse una cuenta, M-Pesa se ha convertido en una herramienta indispensable.
"Hay quien no puede acceder a una tarjeta de débito, pero ¿quién no tiene
un teléfono móvil hoy en día?", observa Mrabu, en cuyo hotel no se admite
el pago con visas ni mastercards pero sí con el móvil. Tiene razón: según un estudio
de la compañía Ericsson, a finales de 2014 ya había más de 635
millones de usuarios de telefonía móvil en África subsahariana, una región con
936 millones de habitantes donde las infraestructuras no siempre son óptimas y
a veces dificultan la comunicación. El Banco Mundial calcula que
tan solo un 22% de mujeres y un 27% de hombres tienen acceso a una cuenta
bancaria.
Los servicios que da la compañía no
paran de crecer. En 2014 se ha desarrollado una nueva línea llamada Lipa Na M-Pesa (Pague
con M-Pesa), que no es sino la versión para empresas de este sistema. El
autónomo o empresario que se adhiera recibe un número de identificación que
habrá de tener bien visible en su establecimiento. Los clientes que paguen
servicios por este sistema, se ahorran las comisiones. Para incentivar su uso,
Safaricom regala minutos
de voz a los motoristas que pagan mediante el móvil por cada
compra de gasolina superior a cinco euros. No sólo los pequeños emprendedores
como Emma Anne lo utilizan; la filial local del gigante del alcohol Diageo, que
distribuye cerveza a bares kenianos, insta a sus empleados a utilizar M-Pesa
para que no tengan que llevar encima todo el dinero durante sus rutas.
El
éxito de este sistema ha llamado la atención en otros países. En Tanzania,
donde se implantó en 2008, unos 3,6 de sus 11,6 millones de usuarios de
Vodafone ya lo utilizan. Además, M-PESA está presente en otros países africanos
como Sudáfrica, República Democrática del Congo, Zimbabue, Madagascar, Ruanda o
Camerún, y ha traspasado las fronteras del continente para llegar a lugares
como Fiji, Qatar, Afganistán, India y, más recientemente, Rumanía, donde se
implantó en 2014.
Lo que empezó
siendo un sistema informal de intercambiar dinero se ha convertido en un
fenómeno revolucionario en el continente africano y fuera de él. Incluso la
Fundación Bill y Melinda Gates para el desarrollo hizo mención en
su carta anual de 2015 a este nuevo banco de los pobres y
advirtió que, para 2030, unos 2.000 millones de personas que hoy día no
disponen de una cuenta bancaria podrán utilizar sus terminales para comprar
cualquier tipo de producto y tener mayor control sobre sus activos. "La
clave de todo esto serán los teléfonos móviles", aseguran. En Kenia, esa
premonición ya es una realidad.
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